Piedras del Rímac explora nuestro paisaje hidrográfico y su interacción con la materialidad de nuestro territorio. El agua que usamos diariamente nos conecta con el río que la trae: el Rímac, en quechua el río hablador. Sus aguas provenientes de las alturas de los andes, descienden e ingresan a nuestras casas y cuerpos cada día. En su descenso, el agua arrastra y esculpe los minerales de distintas alturas de los andes. Gracias a sus aguas podemos habitar el desierto de Lima. El Rímac fertiliza los valles y riega las plantas que nos alimentan. A través del agua realizamos el ritual del baño cada día: lavamos nuestro cabello y nuestra piel, nuestro órganos más sensible. El agua purifica interna y externamente nuestro cuerpo y limpia nuestros espacios. El río ingresa a nuestro espacio y cuerpo cada día. Las piedras del río son testigos del flujo del agua y el paso del tiempo. Un lavatorio es también un río o el agua que fluye por él.
Granito del río Rímac